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Doctorados Honoris Causa: una estrategia de validación académico-política no tan reciente (II)

Fecha de lanzamiento: 19 de junio de 2024

Concluyendo con el análisis iniciado la semana anterior respecto a la instrumentación política de una acepción de la vida académica cubana, los doctorados Honoris Causa, abordamos otros casos que ilustran el utilitarismo de la universidad al servicio del poder.

El tres de noviembre de 1998, la Universidad de Oriente confirió el título de Doctor Honoris Causa en Filosofía al político franquista Manuel Fraga Iribarne, ex presidente de la Xunta de Galicia. En una ceremonia plagada de personalidades políticas, la UO entregó al ex ministro del dictador Francisco Franco la más alta distinción académica de la Isla.

Según reportó el diario Granma, "Marcos Cortina Vega, rector de la Universidad, leyó la resolución que confiere la alta distinción a Fraga Iribarne, quien en sus palabras de agradecimiento expresó su complacencia de saberse incorporado a este claustro de doctores, así como la simpatía con que comparte su meritoria labor y esfuerzo".

Manuel Fraga fue uno de los políticos más controversiales de la España democrática. Pese a considerarse por algunos un símbolo de la transición en ese país, muchos no perdonan su labor activa en la persecución de intelectuales y activistas de izquierda españoles, en el período en que fungió como ministro de Información de la dictadura.

Durante el mandato de Franco, Fraga justificó no pocos asesinatos ante la opinión pública. La frialdad con que avalaba actos de esta índole, así como la parte activa que tomó en no pocos de estos, le valió el apodo de "el carnicero de Madrid".  Su pensamiento reaccionario lo llevó a firmar una petición de clemencia en favor de Rudolf Hess, secretario personal de Adolf Hitler.

Sin embargo, su relación personal con Fidel Castro hizo que la historia que se contara de Fraga en Cuba fuera muy diferente. Aun en la actualidad, este personaje se cataloga como una figura cimera del pensamiento internacional.

En el año 2021, y mediante una publicación en Facebook que ya no está disponible, la UO celebró un aniversario más del acto de entrega de la distinción. "Un día como hoy al Doctor en Ciencias Manuel Fraga Iribarme, la Universidad de Oriente, reconoció su desempeño; pues le valió el otorgamiento de la condición de Doctor Honoris Causa", escribió la casa de altos estudios santiaguera.

Este recordatorio resultó un evidente sin sentido para los conocedores. Una de las primeras en pronunciarse fue la historiadora cubana Alina Bárbara López Hernández, quien cuestionó la celebración de una efeméride que demerita a la academia cubana.

"Esta universidad, que rememora con fervor la entrega de un título que los degrada, es la misma que retiró su categoría docente al doctor René Fidel González García, probadamente de izquierda. Es muy coherente eso si se piensa bien", escribió la académica según reseña Cibercuba.

El conferimiento de la categoría docente a Fraga no estuvo exento del trasfondo político con negocios en la mira. En 1991, viajó a Cuba para reunirse con Fidel Castro, con quien lo unía una "fraternal amistad". A través del gallego se realizaron significativas inyecciones de capital a la economía cubana, mediante la ubicación de importantes compañías de hostelería y servicios de Galicia en la Isla.

Fraga ayudó a lavar la pésima imagen que tenía la Revolución cubana entre sus coterráneos, a raíz de las expropiaciones que impulsara Fidel Castro a su llegada al poder, cuando dejó a miles de comerciantes gallegos en la ruina, no sin antes acusarlos de "especuladores" y "capitalistas", lacra social que, según su ideología, debía ser exterminada.

Para los años 90 y luego del estrepitoso fracaso del proyecto económico de Castro, Fraga no solo vendió a Cuba como uno de los mercados de inversión más importantes para las comunidades gallegas, sino que organizó la entrega de donaciones y avaló su confiabilidad económica ante políticos y comerciantes españoles.

Esta labor rindió frutos, Cuba se convirtió en el segundo mercado de exportación de bienes y servicios en Galicia. Siete años después, la economía cubana tenía un repunte significativo debido, en buena medida, a la labor del habilidoso político peninsular. Estos actos se agradecieron, como ya era costumbre, mediante estímulos simbólicos como el Honoris Causa oriental. Otra vez la academia cubana hizo silencio.

Siguiendo la tendencia a avalar figuras controvertidas de la escena internacional, en mayo de 2017, la Universidad de La Habana concedió un Honoris Causa en Economía al entonces presidente de Ecuador Rafael Correa, otro de los aliados políticos en América Latina.

“Hoy el Ecuador es un país en marcha, de estabilidad política. En 10 años hemos tenido un solo presidente y hemos ganado 14 elecciones consecutivas. (…) Hoy tenemos estabilidad política, democracia plena. Un país en franco desarrollo, pese a los problemas de los últimos meses”, dijo Correa al agradecer.

Por su parte, el entonces rector Gustavo Cobreiro, habituado a alegar causas académicas donde no existe campo de acción, no tuvo otro remedio que reconocer que la entrega del título a Correa obedecía a una estrategia para "“reconocer la obra de profesionales revolucionarios, comprometidos con el desarrollo de los pueblos y con la unidad de la región”.

“La década que ha liderado el presidente Correa será recordada como una década ganada, no solo por la gigantesca obra pública que quedará para las próximas generaciones, sino porque transformó a un país que estaba sumido en una profunda crisis política, económica y social”, añadió.

Mientras en Cuba era condecorado, la popularidad del mandatario ecuatoriano decaía ostensiblemente entre sus coterráneos. Comenzaban a vislumbrarse entonces sus aspiraciones de perpetuarse en el poder, a la manera de la familia Castro Ruz, a partir de la posibilidad de reelección indefinida propuesta durante la reforma constitucional que impulsara en 2011.

Asimismo, se hicieron evidentes los recortes de libertades. Según declaró a BBC Mundo Alberto Acosta, expresidente de la Asamblea Nacional de Ecuador, "En lo político, Correa es un caudillo: no se fortaleció la democracia, por el contrario, se restringieron las libertades, se estableció un marco jurídico represivo y se golpeó duramente a los movimientos sociales que viabilizaron el triunfo de Correa en el 2006".

En 2018, Correa huiría de Ecuador por su vinculación con el intento de secuestro del abogado ecuatoriano Fernando Balda, quien colaboró en la campaña electoral del expresidente y trabajó a su lado durante el primer año de presidencia, para luego empezar a cuestionar las decisiones de este.

Por esa y otras causales, este nuevo acreedor de un Honoris Causa de la UH enfrentaría una orden de aprensión que circulaba por Ecuador, a la vez que estaba siendo buscado por la Interpol. Luego de diversas investigaciones se determinó su implicación en un entramado de fraude económico de la empresa estatal petrolera de Ecuador, conocido como los “sobornos de 2012-2016", por los cuales fue condenado a 8 años de prisión en 2020. Igualmente, se vio salpicado por el escándalo de la empresa brasileña Odebrecht, como varios gobernantes latinoamericanos.

La academia cubana, nuevamente plegada a los gobernantes del país, silenciaría estos hechos para reconocer con bombos y platillos a uno de los principales aliados del Estado que, dicho sea de paso, no cumplía ni lejanamente con los requisitos de aporte científico por los cuales se concede la titulación honorífica en cuestión.

Así, han sido repartidos no pocos galardones de este tipo a controvertidas figuras de la escena internacional, cuya historia negra se ha silenciado. El Honoris Causa ha fungido como instrumento garante de relaciones clientelistas según los propósitos gubernamentales en el orden político o económico.

El Observatorio de Libertad Académica denuncia mala praxis en la dispensa de la categoría honorífica de Doctor Honoris Causa, así como la permisividad de las universidades cubanas. Estas, en franco desprecio a su labor formativa y de instrucción, contribuyen al lavado de imagen de figuras claves en el sostenimiento de la autocracia caribeña durante décadas, degradando las bases éticas y el compromiso social que les correspondería.

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