FCOM y la apología de la censura: una tesis indefendible
Fecha de lanzamiento: 16 de diciembre de 2023
El pasado 27 de noviembre, la alumna Penélope Orozco Ortega defendía su tesis en opción al grado de Licenciada en Periodismo. La joven, hija del Coronel Orozco y con una amplia trayectoria como militante comunista, tituló su trabajo “11J una prueba de fuego para la prensa nacional”.
El Departamento de Periodismo de la Universidad de La Habana celebró la noticia en su perfil oficial de Facebook: “Defensa de tesis en opción al grado de licenciatura 11J, una prueba de fuego para la prensa nacional. Autora: Penélope Orozco Ortega. Muchas felicidades licenciada”.
En las fotos añadidas, puede verse la discusión del tema a puertas cerradas, apenas con unos pocos invitados. El tribunal estuvo compuesto por importantes profesores de la institución educativa, como el ex corresponsal Roger Ricardo Luis, la profesora María de los Ángeles González Borges y la recién egresada Lixandra Díaz Portuondo.
Ante este tribunal, la estudiante mereció la máxima calificación por analizar positivamente el enfoque del diario Granma a las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021. Según algunos compañeros de aula consultados por nuestro Observatorio, “ese fue el tema que ella planteó desde segundo año y en ningún momento le dijeron nada o que no. Ella también tiene sus conectos importantes porque de vez en cuando ha hecho lo que le ha dado la gana”.
De acuerdo a ciertos estudiantes, si bien Penélope defendía la censura, se permitió coquetear y criticar la actuación de la prensa en ciertos aspectos, lo que motivó que en la facultad se tratara como “un tema caliente” y se pospusiera el horario del acto de defensa.
Este tipo de “licencias” no son bien acogidas por la Facultad de Comunicación, que durante años se ha abstenido de tomar posicionamientos políticos contrarios al Gobierno cubano, incluso cuando estos hechos han afectado a sus alumnos o profesores.
El 11 de julio de 2021, el estudiante de esa institución Jorge Alfonso Pita, fue detenido mientras reportaba las históricas protestas para el medio oficialista Alma Mater. Como otros jóvenes, fue detenido y sufrió las arbitrariedades de las fuerzas represoras del régimen. La facultad ni siquiera se pronunció al respecto.
“Como Leonardo Romero Negrín y much@s otr@s fui víctima de las negligencias de las fuerzas del orden. Presencié un fragmento de la historia de Romero Negrín. Fue un día atípico, una situación límite para tod@s, pero nada justifica la violencia excesiva o el mal proceder policial. Mi testimonio íntegro se lo ofrecí a la Revista Alma Mater, el mismo día en que fueron entrevistados Leonardo Romero y Alexander Hall. Allí se publicará. Si hay hoy un medio en Cuba capaz de llevar a cabo una indagación periodística tan compleja con el rigor requerido, ese es AM. Conozco de primera mano la calidad humana y el talento de quienes allí laboran”, escribió el joven en su perfil de Facebook.
Sin embargo, unas semanas más tarde, sus esperanzas se vieron deshechas cuando la revista publicó el reportaje Deudas, donde no solo ponía en duda el testimonio de este y otros estudiantes que confiaron su historia al medio, sino que daba como cierto el dictamen de la fiscalía. Este texto estaba firmado por dos profesores de la Facultad de Comunicación: Max Barbosa Miranda y Armando Franco Senén.
“Vino el mismo policía que me quitó el celular y me dijo que le diera la cámara que aún tenía en el hombro (...) Unos segundos después se acercó un hombre de 1.60 metros y cara de niño, vestido de civil, con mi teléfono en la mano. Agresivo, me exigió que lo desbloqueara, me negué, y le dije que eso iba contra mis derechos. Me daba manotazos en el brazo y reiteraba la orden, yo repetía mi respuesta inicial. Llegó un policía gordo y sudoroso, me amenazó diciendo que no me buscara un problema y desbloqueara el móvil; mantuve mi posición. Me dio un piñazo en el abdomen, mientras el pequeño seguía con el teléfono en la mano, exigiendo la clave y gritando ofensas. Llegó de nuevo el policía que confiscó mi cámara, esta vez traía una tabla blanca en la mano y amenazaba con usarla para golpearme; el obeso se la aguantó”, relató el joven a la revista.
No obstante los excesos descritos con exactitud por el joven, el reportaje solo utiliza su testimonio para contrastarlo con los de Leonardo Romero Negrín y Alexander Hall, a fin de desacreditarlos. Nunca se pronunció FCOM, y mucho menos Alma Mater, a favor de la protección del estudiante.
Pero sin duda, el colofón de la permisividad de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana se dio en octubre del pasado año, cuando se emitió una edición especial del programa Razones de Cuba. La transmisión se centró en el medio independiente El Toque, y expuso como mercenarios a varios de sus periodistas.
Los jóvenes cuestionados eran, en su mayoría, recién egresados de la carrera de Periodismo en esa institución. Uno de ellos, Emilio Suárez González, impartió clases en la facultad con una trayectoria intachable.
Ninguno de los aspectos de sus hojas estudiantiles pudo salvarlos de que Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y profesor de la facultad, los tachara de mercenarios.
En esta ocasión, amén del silencio de la “casa” que es FCOM, vale destacar su ataque frontal a sus propios ex discípulos, además de su aval tácito al material distorsionado y obtenido mediante coerción de las víctimas, quienes ya habían sufrido desaparición forzosa y regulación como primeras medidas punitivas.
Su servilismo sostenido hacia el Estado cubano, nos hace dudar del rigor científico de la investigación de Orozco Ortega, así como de la veracidad de los resultados de su estudio. No obstante, la procedencia “revolucionaria” de la joven, hace que la facultad celebre con bombos y platillos a la nueva “licenciada”, mientras omite, silencia o desacredita a estudiantes y profesores reprimidos por pensar diferente.
El Observatorio de Libertad Académica denuncia la manipulación de un tema tan sensible como las históricas protestas del 11 de julio de 2021, las que ahora hacen parte de una investigación “científica” totalmente parcializada. La propagación de este estudio puede resultar contraproducente, en tanto constituye un ejercicio de rescritura de la historia con el objetivo de generar una memoria oficial distorsionadora de los hechos. Hacemos un llamado a la altura intelectual y la revisión ética de quienes integran el claustro académico encargado de formar a las nuevas generaciones de periodistas cubanos.