El rapto de la EICTV o cortar la lengua de raíz a los cineastas
Fecha de lanzamiento: 24 de julio de 2023
Hace pocos días, el gobierno cubano anunció la transformación de la Escuela Inernacional de Cine y Televisión en una universidad del sistema de enseñanza superior. La censura y posterior proyección fraudulenta del documental “La Habana de Fito”, de Juan Pin Vilar, habían creado tensiones entre el aparato Estatal y la comunidad de cineastas. La exhibición prematura del material, sin los correspondientes permisos, fue una demostración de poder con la que se pretendió defenestrar públicamente a sus realizadores y, con ello, aleccionar a las cada vez más altas voces del cine.
“Para las niñas y las señoras: Me disculpo con los espectadores porque están viendo una copia mala y robada. Explícitamente, esta mañana, después de consultarlo, dije que NO autorizaba la proyección en televisión. No es el corte definitivo”, escribió en sus redes sociales Vilar.
Durante días, ni el recién fundado Instituto de Información y Comunicación Social en Cuba (antiguo ICRT) ni el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), se pronunciaron respecto a tal vulneración de la propiedad intelectual, tal vez esperando que, como ante otros atropellos, “las cosas se calmaran”.
Sin embargo, la intelectualidad cubana no dudó en manifestar su descontento en redes sociales. El profesor de cine Gustavo Arcos calificó de inaceptable la proyección, alegando que “No hay mayor irrespeto al artista, que tanto ha apoyado a Cuba, que esta exhibición en tv sin su consentimiento. Si la Tv cubana no es privada, toda la responsabilidad de lo ocurrido recae en las autoridades cubanas, especialmente aquellas relacionadas con políticas culturales, de difusión o de medios.”
La desaprobación del gremio ató de pies y manos a los decisores, quienes no tuvieron más remedio que organizar una reunión para explicar lo que no se podía: ¿continuará la censura a asfixiando al cine cubano como ha hecho con la cultura en general? ¿Iban ellos a permitirlo?
Careciendo de todo sentido común, el encuentro fue presidido por Inés María Chapman Waugh, viceprimera ministra de la República. A ella específicamente se refirió Juan Pin Vilar, dejándole claro que las instituciones cubanas, además de cometer un delito, estaban siendo mal representadas por los censores.
“Con las personas que están sentadas a su alrededor, que usurpan y mal utilizan lo que es ser revolucionario, las instituciones que ellos representan corren el peligro de profundizar la ruptura. Esa es mi opinión sincera desde el 27 de noviembre. El liderazgo de la revolución cubana y la dirección del país que usted representa no debe continuar siendo representado por estas personas, porque los problemas graves de esta mañana, se van a multiplicar. Ellos no han sabido resolver para lo que están nombrados y solo han creado diferencias y abismos entre nosotros. Han utilizado los instrumentos mediáticos del Estado para calumniar, para manipular al pueblo”, expresó.
El oficialismo trató de impedir que se grabaran las intervenciones de los cineastas, a fin de que su criterio prevaleciera como verdad. Según reportó el Ministerio de Cultura, “la reunión transcurrió en un clima franco, constructivo y de respeto mutuo”, mas varios de los presentes desmintieron esta afirmación, y expusieron que, en un momento, Ramón Samada, presidente del ICAIC, se acercó violentamente a Juan Pin Vilar, provocando un altercado que casi termina con un enfrentamiento físico entre ambos.
“Yo creo que esto es un hecho gravísimo que lleva una respuesta pública de los presentes y que a falta de testimonios filmados o grabados, no puede quedar impune y exento de responsabilidades individuales. LA VIOLENCIA, LA CENSURA y el ABUSO DE PODER NO PRESCRIBEN. ¡NO se pueden naturalizar hechos así! Liberen la grabación y déjennos saber qué pasó y se dijo allí realmente!”, exigió el también cineasta Ian Padrón.
Así, el pasado 16 de julio, Ramón Samada “pidió ser liberado de sus funciones como presidente del ICAIC”, siendo designada para ocupar el cargo Susana Molina, quien hasta el momento dirigía la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.
Tal y como dictan las leyes del totalitarismo, las autoridades culturales cambiaron de manera silenciosa la dirección de la EICTV. “Para asumir la dirección de la EICTV, fue presentado al colectivo de dirección de ese centro, y al Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, el compañero Waldo Ramírez de la Ribera, quien se desempeñara como representante de Cuba en Telesur y como vicepresidente primero del Instituto Cubano de Radio y Televisión.”, reportó el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
De un plumazo, el régimen intervino el último reducto de relativa libertad creativa en un espacio docente ubicado en Cuba, aunque ya en 2013 habían ninguneado a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), la que aceptó la propuesta del Ministerio de Cultura (MINCULT) de ubicar en la dirección al cineasta cubano Jerónimo Labrada. Cabe señalar que bajo su mandato se articularía el hostigamiento de la Seguridad del Estado contra el Coordinador de la Cátedra de Asignaturas Teóricas, Boris González Arenas, hasta oficializarse su expulsión por motivos políticos en enero de 2015.
Sin embargo, ahora la arbitrariedad no quedó en silencio y varios miembros de la directiva de la institución expusieron su inconformidad, desconociendo al nuevo director y proponiendo una lista de candidatos observando los protocolos establecidos en los estatutos fundacionales de la EICTV. Es significativo que el directivo nombrado ha estado vinculado con incidentes de violencia como el acto de repudio contra intelectuales que abogaron por la libertad de expresión frente a la sede del ICRT durante las manifestaciones populares del 11J.
La guionista brasileña Isna Cossoy Paro, mostró su descontento en redes sociales, suscribiendo las palabras de sus colegas. “Como parte del consejo académico de la EICTV manifestamos nuestro desacuerdo con la manera abrupta, arbitraria y silenciosa en la que se ha decidido sustituir a la dirección de la escuela, violando los estatutos de la institución y de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Desconocemos el nuevo nombramiento por la manera en que ha ocurrido y demandamos un proceso de decisión transparente, como debió suceder”, dijo.
Por su parte, la directora de cine Rosa María Rodríguez relató lo sucedido en la Asamblea General de la Comunidad Eiceteviana, convocada a raíz de la suplantación de la dirección del centro.
“Hay un consenso en esta Asamblea: es necesario que se mantenga la autonomía de la escuela y trabajar en conjunto con la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y con el Estado Cubano. Se reconoce el aporte indiscutible de Cuba desde el nacimiento del proyecto y lo que ello ha significado para nuestras cinematografías. Asimismo, fue expresada nuestra preocupación por el papel que desempeña actualmente la FNCL, y se plantearon inquietudes en torno a nuestro organismo rector como las membresías vitalicias, la renovación de los integrantes actuales y las posibles formas de relación que resulten más democráticas y participativas, de manera que se nivele a ambas instituciones de forma horizontal”, expresó.
Es válido aclarar que Cuba solo tiene la sede de la EICTV. Desde su creación, en el año 1986, quedó instituido como organismo rector la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano.
En el artículo 36 de los fundamentos de la FNCL, se aclara que la escuela de cine no responderá a intereses particulares de ningún gobierno y, por ende, cualquier decisión será tomada por el consejo administrativo de esa institución.
“La Escuela Internacional de Cine y Televisión, proyecto de la FUNDACION, constituido en filial, responde a objetivos docentes, productivos e investigativos orientados a la formación de recursos humanos en las disciplinas audiovisuales, provenientes de América Latina y el Caribe de modo prioritario y de África y Asia. Su máxima instancia de gobierno es el Consejo Superior de la Fundación, al cual quedan subordinados los órganos de dirección de esta filial.”, se explica.
Además, el reglamento asegura que “Cuba da las instalaciones de la Escuela, con una capacidad de unos 300 alumnos, y el equipamiento inicial. Lo demás lo aporta la Fundación. Ni la Fundación ni la Escuela son del Estado Cubano”.
Por tal motivo, resulta un acto injerencista del Estado cubano, en franca violación de la libertad académica, incluso transgrediendo las fronteras legales de su jurisdicción, el querer implantar una directiva en un centro que escapa totalmente de su control.
El Observatorio de Libertad Académica denuncia la usurpación de la dirección de la Escuela Internacional de Cine y Televisión por un funcionario del régimen.
Tal acto pone en peligro la autonomía creativa de los alumnos, presupuesto conceptual que dio origen a este proyecto académico suigéneris. Respaldamos la voluntad de la comunidad artístico-docente de apegarse a las bases ideo-estéticas que han hecho posible la formación de varias generaciones de cineastas procedentes de los más disímiles rincones del mundo. Que sirvan de alertas las decenas de casos de censura contra docentes, estudiantes e investigadores que el OLA ha investigado, y que son norma en el sistema educativo cubano, para revertir el secuestro programado de la EICTV