Agresión a joven cubana alerta sobre la violencia contra universitarias
Fecha de lanzamiento: 29 de junio de 2023
Una joven cubana denunció la agresión sufrida a manos de un chofer de ómnibus de la ruta obligada para llegar a la universidad de La Habana, así como la inacción de las autoridades competentes, que la han puesto a merced de su atacante.
El reclamo, publicado por la plataforma feminista Yo Sí Te Creo en Cuba, llama la atención sobre la estación de policía número 15 de Alamar, así como del paradero de Peñas Altas de Guanabo y el Ministerio del Transporte, entidades a las que la estudiante recurrió en su momento sin éxito alguno.
"Al mediodía del 21 de junio, me dispuse a tomar la ruta A40 en su primera parada. Le pagué 1.00 MN al chófer y le expliqué que soy de la FEU. El comenzó a vociferar y a exigir que le mostrara el carnet. Se lo mostré y este de un manotazo me tumbó los carnets… Los recogí y le dije que era un falta de respeto, que cómo me va a golpear. El comenzó a agredirme verbalmente y me volvió a dar… Los pasajeros ajenos y el inspector lo apartó de mí, pero no paró la guagua ni al chófer porque “estaba de servicio”, relató la víctima.
Pese a los continuos intentos por llamar la atención de las autoridades, la universitaria enfrentó varias negativas que le dieron a entender que su caso quedaría impune. Nunca se detuvo el vehículo en el punto de control, como le aseguró que sucedería un agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), ni tuvo acceso al chofer que la enfrentó tan violentamente. En el momento de levantar la denuncia respecto del caso, fue ignorada.
“Me bajé en Alamar y fui a la estación de policía de Alamar: la estación 15, en la zona 8 de Alamar para realizar una denuncia por agresión. Me pasaron con el médico y este, sin realizar un examen físico, sin tocarme, me dijo que como no tenía marcas visibles la denuncia no procedía. Vine hasta el paradero de la A40 (en Peñas Altas, Guanabo). Ya el chófer había culminado su horario de trabajo, pero realicé una queja al jefe de servicio”.
La joven ha recurrido a todas las instancias posibles sin obtener una respuesta convincente que aleje al polémico conductor de la ruta que ella debe tomar diariamente. “Fui a la FMC y allí me dijeron que realizarían una reunión con el chófer, el director de la terminal y el inspector que estaba ahí presente ayer en la parada. También fui al Ministerio del Transporte, a presentar una queja. Me dijeron que tenían 30 días para darme una respuesta”.
Este caso ha activado todas las alarmas, mostrando lo expuestas que se encuentran las jóvenes cubanas a la violencia machista. Apenas en el pasado mes de abril, se reportó un ataque a los dormitorios femeninos de la Universidad de Oriente, incidente en el que resultaron heridas dos estudiantes de Sociología.
“Esta no es la primera vez que se reportan ataques en la Universidad de Oriente. Desde robos hasta violaciones a plena luz del día han sido denunciados en las inmediaciones del centro educacional, sin que las autoridades locales tomen cartas en el asunto”, reportó el medio independiente Periódico Cubano.
En estos casos, las féminas son el principal objetivo de los delincuentes, pues ante la falta de guardias en el centro se hace más fácil acercarse a estas y hacerlas víctimas sin que se atrevan a oponer resistencia para evitar que la agresión física escale a otro nivel.
El ámbito universitario no es seguro para las alumnas. Recientemente, trascendió el caso del trovador oficialista Fernando Bécquer, quien durante años abusó sexualmente de mujeres muy jóvenes, muchas de ellas estudiantes universitarias.
Fueron las diversas facultades de la Universidad de La Habana un ambiente propicio para el acercamiento del cantautor a las estudiantes. Como parte del cartel de diversos actos políticos, Bécquer pudo permanecer solapado, a sus cincuenta años, en el ambiente universitario y en contacto con muchas de sus víctimas.
Las denuncias de varias mujeres al medio independiente El estornudo, provocaron el rechazo del oficialismo, que atribuyó en todo momento las acusaciones a cuestiones políticas y restó credibilidad a las víctimas. Sin embargo, el movimiento de Me Too desplegado y la aparición de nuevas víctimas dispuestas a declarar, llevaron al abusador ante los tribunales.
Durante este tiempo, hubo una revictimización de las féminas implicadas a manos de cantautores de la oficialidad como Ariel Díaz y Ray Fernández, quienes atacaron sin piedad al movimiento feminista en la Isla. El régimen, por su parte, se mostró paternalista y desestimó decenas de testimonios, pues habían prescrito. Finalmente, impusieron al acusado una condena de cinco años de limitación de movimiento; no obstante, continuaba realizando presentaciones.
Los constantes ataques del cantautor a sus víctimas, de manera pública y privada, despertaron la ira de la sociedad cubana. Sin embargo, no fue hasta el pronunciamiento de Lis Cuesta, esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel, que la Fiscalía decretó la reclusión en régimen interno.
La exposición a la violencia machista es inaceptable por estos días, sin embargo, esta se agrava cuando las autoridades callan, exponiendo a la víctima a revivir el episodio.
Respecto a la actual denunciante cabe señalar que la economía de las universitarias cubanas no permite soluciones alternativas al transporte público donde, según se describe, ni la acreditación de la Federación Estudiantil Universitaria es respetada. Es decir, si las estudiantes perseveran en su afán de culminar estudios superiores, deben resignarse a soportar el abuso machista en total desprotección.
Consideramos que este incidente requiere la intervención del Ministerio de Educación Superior ante su homólogo del Transporte, con el fin de salvaguardar la integridad física de una estudiante.
Por todo lo que comprenden los hechos descritos por la universitaria, el Observatorio de Libertad Académica apela a las autoridades de Educación Superior y de la FEU en aras de generar mecanismos de respaldo a las estudiantes que, desafiando todo tipo de adversidades, se mantienen engrosando la cantera de los futuros profesionales.