¿Qué se esconde tras la anuencia de CLACSO hacia Cuba? Parte I
Fecha de lanzamiento: 8 de junio de 2023
El 25 de abril de este año, inició en la Universidad de La Habana el Foro Internacional "Desafíos contemporáneos frente a los cuidados. Dinámicas demográficas y políticas ", convocado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Teresa Díaz Canals, Dra. en Ciencias Filosóficas y destacada ensayista cubana, no pudo participar.
Pese a haber obtenido becas de CLACSO en dos oportunidades, Díaz Canals ni tuvo acceso a las reuniones previas al evento. El trabajo que desarrolló por durante buena parte de su vida, no la salvó del veto que sobre su nombre impuso el Decano de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología.
La persecución a Teresa comenzó varios años antes. En 2012, cuando mereció el Premio del Programa de Becas CLACSO-Asdi, con el ensayo Una habitación propia para las Ciencias Sociales en Cuba. La perspectiva de género y sus pruebas. En ese momento conoció la censura por parte de la misma institución que la premiaba.
“Me llamó la atención que a otras colegas le publicaban el libro nacido del estudio entregado y premiado, pero a mí no. Una de las recomendaciones era que lo publicara en Cuba para su “discusión”. Lo publiqué en una editorial de Cuba y fui totalmente censurada, me suprimieron todas las valoraciones críticas del mismo”, declaró para el Observatorio de Libertad Académica (OLA).
La dirección de la editorial sugirió en ese momento que la investigadora escribiera, por ejemplo, sobre Vilma Espín. Años más tarde, Teresa rememora el evento como un desastre. “Me entregaron un informe de una contraparte que no supe quién era, y que todavía conservo, haciendo recomendaciones totalmente no académicas, sino políticas”, explicó. La lógica indica que CLACSO supo de este incidente. El silencio cómplice fue su respuesta.
Tres años más tarde, una Mención Especial llamó a su puerta por el proyecto Palabras que definen: Cuba y el feminismo nuestroamericano. En esa ocasión, la represión académica también se hizo presente.
“Recuerdo que en la evaluación que me hicieron me trataron de manera muy severa, aunque me otorgaron Mención Especial. La evaluadora no me supo explicar la razón de su molestia. Intuí que la razón era ideológica, la señora que me evaluó no estaba de acuerdo con mi posición crítica hacia un feminismo institucional y subordinado total y absolutamente al poder. En ese momento había feministas cubanas en estrecha colaboración con CLACSO”, dijo.
Una vez más, CLACSO calló ante la arbitrariedad. Y es que la simpatía de la organización de ciencias sociales por los gobiernos de izquierda, aun los totalitarios, no es un secreto. Con el régimen cubano, tiene un extenso historial de permisividad, con hitos tan peligrosos como la premiación de los espías Gerardo González y Ramón Labañino en 2018.
En julio de 2021, luego de las protestas antigubernamentales que estremecieron a la dictadura más antigua de occidente, la directiva del organismo publicó su Pronunciamiento frente a la campaña de manipulación contra Cuba, donde rechazaron “los intentos de desestabilización que se promueven contra el proyecto social cubano, aprovechando la compleja situación que vive el país ante el rebrote de la pandemia de la COVID-19 por la circulación de cepas de mayor poder de contagio y el agravamiento de la situación económica, condicionada por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero por parte de los Estados Unidos, que recientemente ha vuelto a recibir en Naciones Unidas la condena mayoritaria de la comunidad internacional”.
En ninguna de sus líneas se refirieron a la represión desatada por orden del gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Nunca aludieron a las verdaderas causas del estallido social. Su postura fue la de justificar, edulcorar y manipular la opinión pública a favor del gobierno cubano, utilizando el poder de la academia latinoamericana que en esa institución se concentra.
No podemos en ningún momento referirnos a un “fenómeno reciente” que responde a la directiva actual de CLACSO. Ya en 2003, cuando los académicos cubanos sufrían la segregación por “idoneidad política” y la represión estatal sin medida, que pasó a la historia de Cuba como Primavera Negra, la organización que agrupa a la mayor cantidad de centros de ciencias sociales en América Latina, celebró su V Conferencia Internacional en La Habana. Cero empatías. Cero denuncias.
Paradójicamente y desde su creación, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales jugó un papel muy importante en la salvaguarda de académicos perseguidos por las dictaduras de derecha en América Latina durante los años 70 y 80.
En su ensayo FLACSO, CLACSO y la búsqueda de una sociología latinoamericana, Rodolfo Stavenhagen, ex presidente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) relató el papel de ambas organizaciones en la protección de pensadores latinoamericanos en ese período.
“En los países del Cono Sur las ciencias sociales—junto con otras disciplinas—fueron muy golpeadas por las dictaduras militares: centros de investigación y docencia clausurados; académicos y estudiantes encarcelados, expulsados o desaparecidos; funcionarios perseguidos, etc. Ante la emergencia, el Secretario Ejecutivo de CLACSO, Enrique Oteiza, lanzó un programa de reubicación de cientistas sociales, incluyendo una Bolsa de Trabajo para estudiantes y profesores, para el cual logró conseguir amplio apoyo internacional. La rapidez e intensidad con la que se movilizó la comunidad de científicos sociales (…) recuerda la movilización internacional que durante la segunda guerra mundial logró salvar la vida a numerosos perseguidos, refugiados y exiliados de los países bajo regímenes fascistas”, detalla.
La diferencia del discurso, a la altura de inicios de siglo, al menos con el régimen cubano, pudiera parecer descabellado desde el punto de vista lógico. No lo es. Desde los primeros años de la Revolución de 1959, Fidel Castro se preocupó por mostrar a Cuba como adalid internacional en materia cultural, educativa y de gobierno. Como parte de su estrategia de validación del modelo cubano, logró permear la directiva de CLACSO prácticamente desde sus inicios.
Comencemos diciendo que la membresía a la organización –que actualmente asciende a mil dólares anuales- es totalmente gratuita para Cuba. Hasta la fecha, 33 centros de ciencias sociales cubanos pertenecen al consejo. Según datos de 2020, el país era el sexto emisor de miembros, siendo su participación muy superior a la de países con cifras proporcionalmente superiores en cuanto a aspectos demográficos. Esto ha provocado un desbalance significativo respecto a la procedencia de los organismos asociados.
El politólogo cubano Armando Chaguaceda explicó para OLA que, como la Isla tiene voto en bloque, sus centros académicos funcionan como un lobby, con un significativo peso en las desiciones de la directiva. “Eso genera que, si los votos de Cuba –que son todos de un mismo dueño, o sea, del Estado, -no como en otros países que hay cabildeos, división de opiniones según las instituciones, los criterios de los investigadores que las conforman- lo que este decide, implica una gran cantidad de votos y puede inclinar la balanza hacia uno u otro investigador”, explicó.
A esto debemos sumarle la simpatía de buena parte de la academia latinoamericana hacia lo que ellos idealizan como “modelo cubano”, que los hace condonar las actitudes violentas del régimen en pro de “un bien mayor”. El de la organización, “ha sido un apoyo acrítico, por cuanto CLACSO se estructura conforme a principios –al menos formalmente- de libertad académica cónsonos con los de la UNESCO, con los de una sociedad abierta, una libertad de cátedra, una autonomía universitaria, una investigación no sujeta a los designios políticos; y nada de eso existe en Cuba. CLACSO debiera reunir esas líneas que rigen la política en la mayor parte de América Latina –con problemas, por supuesto- y en este caso las directivas, desde los años 2000, no los cumple”, amplía.
El consejo científico latinoamericano, sin embargo, se preocupa por los académicos que viven en democracia. En el estudio Crisis política, autoritarismo y democracia. Miradas latinoamericanas, una docena de académicos disertan sobre la falta de libertades democráticas en América Latina y, más específicamente, arremeten contra gobiernos de derechas electos legítimamente.
Ellos mismos, en cambio, defienden a capa y espada la legitimidad de regímenes autoritarios como lo son el de Nicaragua, Venezuela y, especialmente, Cuba. En este último caso, enarbolan el mismo discurso gastado del régimen: “la gestión republicana registra contra Cuba una fuerte arremetida desestabilizadora en el campo de la cultura, en la campaña orientada a desprestigiar la medicina cubana, particularmente sus brigadas médicas y, por último, la herencia que deja la decisión del Departamento de Estado al reingresar a Cuba en la lista de “gobiernos patrocinadores del terrorismo”, que será un obstáculo ante el deseable restablecimiento de relaciones con Estados Unidos fundadas en el respeto más allá de las diferencias”, expresa el documento.
Con todo lo antes expuesto, queda más que claro que las alianzas establecidas entre Cuba y las directivas más recientes de CLACSO tributan solo al poder. Entre ambas, existe un canje burdo en el que uno de los actores da anuencia y validación, a cambio de votos y poder. Esto quedó en evidencia en 2006, cuando finalizó la directiva de Atilio Borón y su puesto se seleccionaría entre dos académicos: el brasileño Emir Sader y la venezolana Margarita López Maya.
“Margarita López Maya entre otras cosas pierde porque Cuba ordena apoyar en masa a Emir Sader y hay una gran afluencia del voto en contra de Margarita López Maya. Tengamos en cuenta que Cuba tiene muchos más votos que cualquiera de los países de Centroamérica, del Caribe e insisto en que esa cantidad de votos inclina la balanza”, explica Chaguaceda.
De esto podemos deslindar que, cualquier directiva que ocupe el poder ejecutivo en CLACSO va a deberle a Cuba su apoyo masivo, por lo cual no podrá ser objetiva en cuanto a la producción de conocimiento efectivo en el área de las ciencias sociales con respecto a la Isla.