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Crédito foto: Julio César García

La profe Alina, un camino hacia los derechos

Entrevista a Alina López por el Observatorio de Libertad Académica (OLA)

1. ¿Cómo se define usted según su rol social y comportamiento ciudadano?

Yo, ante todo, soy una historiadora, y eso me permite una posibilidad de análisis que impide que me desestimule, porque razono lo que está pasando en Cuba no como el día a día o lo circunstancial, sino como parte de un proceso de naturaleza socio-política en devenir. Entiendo el decursar de las cosas, las reglas sobre las que se producen o las normas bajo las que se pueden presentar los procesos históricos. Eso también hace que siempre vea una salida, quizás no tan rápida como muchos piensan, pero sí estoy convencida de que hay una salida, este modelo no es sostenible y está en su fase final.

También soy profesora, profesora por vocación, porque cuando yo estudié, con el promedio que tenía y que no había que hacer pruebas de ingreso, podía haber elegido cualquier carrera, pero de las que había aquí en Matanzas me gustaba el magisterio y por eso soy maestra de Historia. Que en aquella etapa comenzaba como carrera con la doble especialidad de Marxismo e Historia. Sin embargo, al final de todo me considero una científica social al ser graduada de Historia, haber hecho un doctorado en Filosofía y al mismo tiempo haber sido profesora de Antropología por muchos años. Ese background, vamos a decir un poquito amplio dentro del campo en las ciencias sociales, me permite entender los procesos y ser optimista.

Si se me pide ser más sucinta, creo en todo caso en mi función educativa. Tanto por los años que trabajé como profesora en la enseñanza superior como por haber realizado con sistematicidad, desde 2017, análisis políticos o históricos como articulista. Asimismo, por los debates e interacciones en redes sociales, ahí también está un poco el rol de magisterio, pero visto en sentido más amplio, más con carácter social y cívico. Creo que así sería como mejor me defino.

2. ¿Qué tan urgentes son las transformaciones que demanda para Cuba?

Bueno, las transformaciones son urgentes porque urgente es la situación que hay que resolver. Además, no creo que esas sean "las demandas", apenas son problemas que yo entiendo que pueden aunar voluntades con inmediatez, que pueden ser básicas para cualquier persona, de la postura política o ideológica que sea, porque son suficientemente generales y suficientemente humanas como para unir cívicamente.

Una es el hecho de la Asamblea Constituyente. Hemos visto en lo que ha parado dejar que la Constitución de la República haya sido redactada por una pequeña comisión de elegidos que sabemos a quiénes representan. Debemos lograr la convocatoria a una Asamblea Constituyente libremente elegida para redactar una Ley de leyes que realmente sea respetuosa de los derechos de los cubanos donde quiera que vivan, que sea plural, en la cual no esté obviada la justicia social, el respeto a la dignidad de las personas, que es algo que aquí solo está en la letra, no en el espíritu ni en la forma en que se cumple la ley. Eso para mí es básico, tener una constitución funcional. En Cuba se está gobernando prácticamente al margen de la Constitución, entonces necesitamos una que sí responda a nuestras necesidades y aspiraciones y que sea cumplida en todas sus partes.

El tema del apoyo a las personas que están pasando necesidad, que son pobres, que están abandonados a su suerte, para mí es básico; no solo para el Estado actual, sino para el Estado futuro. Quien piense que Cuba va a encauzar la democracia solo en base al reconocimiento de derechos políticos, libertad de expresión y partidos varios, y no vea la necesidad de resolver asimismo los urgentes problemas de abandono, pobreza, desigualdad de personas, territorios y barriadas, de todo tipo; está dejando fuera un tema, no solo humano, sino que puede incluso debilitar el funcionamiento político en el futuro.  Yo no estoy hablando de igualitarismos, eso es parte de un discurso populista, demagógico y dañino; estoy hablando de profundas desigualdades, abandono de políticas gubernamentales. En Cuba hay que fomentar incluso la natalidad, estimular el regreso de personas que estén fuera y deseen retornar, es muy urgente que esto ocurra, entonces hay que tenerlo en cuenta también. En el futuro de Cuba, el tema justicia social no puede estar invisibilizado.

 El tema de los presos políticos es una demanda humana, justa, necesaria, que puede reivindicar, que puede sanar, que puede dar hasta una oportunidad de mejoría del entorno, del escenario político para poder pensar entonces en otras cosas como puede ser un llamado al diálogo, hasta unas futuras elecciones para delegados a esa Asamblea Constituyente a la cual me referí; pero hay que reivindicar, hay que sacar a esas personas que están -en la inmensa mayoría de los casos- injustamente en prisión porque solo salieron a exigir, a pedir demandas, a criticar al gobierno, en fin, a lo que es legal en casi todo el mundo… menos en Cuba.

Y respecto al tema del respeto a la libertad de expresión, lo considero básico, porque ahí está yo diría la base de la ciudadanía activa, participativa, sin miedo. Para eso hay que respetar la libertad de expresión, entonces eso me parece fundamental.

3. ¿Ya van tres episodios de brutalidad policial contra usted? ¿Por qué?

El tema es que yo pongo a la policía, al aparato, en una situación muy difícil, pues cuando pregunto: “¿Lo que hago es ilegal? ¿Es ilegal manifestarme pacíficamente?” Me responden que no. “¿Es ilegal moverme hacia otro lugar del país?” No “¿Entonces por qué no puedo?”. Y se quedan callados. Esa es la gran contradicción, la contradicción fatal de la Constitución cubana: el sistema político que esa Constitución establece no puede, no está en condiciones de permitir el ejercicio de esos derechos porque es un sistema político excluyente, dogmático, de partido único con una ideología de Estado que no respeta la vocación política de la ciudadanía y sus derechos de participación y decisión. Entonces vuelvo a mi demanda inicial: está el derecho de manifestación pacífica pero no lo podemos ejercer porque el sistema político no lo puede permitir; y no lo puede, porque estaría yendo contra él mismo.

 Precisamente el sistema, los que deciden eso, establecieron tales derechos para que las personas firmaran avalando la Constitución de 2019, fue el canto de sirena usado para engañarnos, pero sabían bien -muy bien- que no los iban a respetar. Con mis escritos y mi acción de protesta no violenta estoy demostrando que la Constitución no es viable, estoy metiéndome en el corazón de esa contradicción fatal, y estoy tratando de hacerlo sabiendo que no lo van a permitir, pero con ello dejo claro que debemos cambiarla. Por mucho que han intentado, no han podido desprestigiarme, ni exiliarme, ni aislarme de las propias instituciones aceptadas por ellos, por ejemplo, la Uneac o la Academia de la Historia de Cuba.

Y las tres palizas han confirmado que ellos no lo van a permitir, seas pacífico o no, seas o no miembro de una organización opositora, como es mi caso, pues no soy miembro de ninguna. Entonces la pelota queda del lado nuestro de la cancha. ¿Qué vamos a hacer? ¿Permitirlo? ¿Permitir que se gobierne de facto? ¿Permitir que gobierne de facto esa misma clase política que viene de haberse levantado en armas porque un dictador violó la Constitución del 40? Ellos están violando la del 2019, con todas las limitaciones que tiene, ellos la están violando. ¿Entonces qué quiere decir eso? La Constitución es el corazón del sistema, y la propia Constitución dice que la ciudadanía se puede levantar en armas contra quien no la respete, puede tomar la vía armada para defenderla, ahí lo dice, en la Constitución. Y ¿quiénes no respetan en Cuba la Constitución? Obviamente es una pregunta retórica, pero una gran paradoja a la vez. Sin embargo, yo no estoy tomando ese artículo de la Constitución como bandera, porque en Cuba un baño de sangre sería algo brutal: un país destruido, arruinado, con tanta gente en la pobreza. Propongo un camino cívico de cambios, y al hacerlo, respeto más la ética y el camino de la paz que los que redactaron esa Constitución. Entonces, evidentemente, eso es lo que trae como consecuencia la brutalidad policial. Por eso es tan importante hacer un llamado a la conciencia de la ciudadanía, de los cubanos donde quiera que vivan e incluso de los organismos internacionales, porque esto puede seguir pasando y puede escalar, podemos llegar al punto de que se asesine a las personas en la vía pública.

Esta segunda golpiza fue con ensañamiento, con una brutalidad extraordinaria. Yo estuve en peligro, Jenny también; y eso es importante que no ocurra más, y por eso agradezco tanto el apoyo de todas las personas de bien, que con tremenda integridad, decencia y civismo, han levantado su voz. Personas de dentro y fuera de Cuba; que trabajan por cuenta propia o en instituciones del Estado; jóvenes y no tan jóvenes; personas del pueblo e intelectuales; blancas y negras; de diferentes posturas ideo-políticas.

Me siento apoyada por mis compatriotas. Y ello trasciende el tradicional parcelamiento ideológico que el sistema ha estimulado siempre. Esto no tiene que ver estrictamente con ideologías en conflicto. La situación de Cuba requiere la solución de un trance cívico entre un Estado opresor y una ciudadanía excluida. No es una contradicción de naturaleza ideológica, aunque así lo hagan aparentar. Ello no quiere decir que yo niegue la existencia de ideas políticas diferentes, de ideologías diferentes y sepa que en el futuro lo más probable, lo casi seguro, sea que muchas personas que ahora estamos de acuerdo en ciertas cosas, después no lo estemos; pero si logramos cambiar y democratizarnos, podremos funcionar desde el punto de vista plural, con respeto, y dándole derecho a todos a participar y a expresarse; sin necesidad u obligación de concordar en todo.

No obstante, hoy estamos por el mismo objetivo: cambiar; para poder participar, para tener derechos, y eso nos une por encima de diferencias y parcelas ideológicas.

4. ¿Profe: qué viene ahora en su caso?

Yo creo que lo primero que se impone, es responder a este proceso. Haciendo las cosas que tengo que hacer: nombrando abogada, buscando la asesoría más competente. Mi abogada es muy calificada y estoy segura de que buscará todos los medios de defensa para ese proceso. También he buscado asesoría internacional para que me representen ante instancias competentes a este tipo de casos, creo que mi vida está en peligro y no puedo ser ingenua al respecto.

Por ahora no puedo viajar fuera de Matanzas porque se me impuso una medida cautelar de reclusión domiciliaria. Ellos no quieren que yo me mueva de mi ciudad, pero aquí está el Parque en que he realizado mis protestas pacíficas durante el último año,[1] y no voy a dejar de hacerlas. Seguiré escribiendo, analizando, debatiendo, alertando; proseguiré con mis funciones de codirectora en CubaxCuba, que creo que es una organización que está contribuyendo también a la educación cívica de la ciudadanía. Eso es lo que hay, es el camino. Y sobre todo, siempre confiando en que el cambio es posible y no puede estar muy lejos por las condiciones generales de la crisis.

De modo que hay que exigir, hay que mantenerse, nunca voy a cambiar mi actitud no violenta, pero jamás aceptaré estar de brazos cruzados. Esto no me desestimula para nada, y seguiré buscando puntos cívicos de unión de la ciudadanía. De algún modo, llegará el momento en que tendremos que articularnos para defendernos. No hablo de una articulación armada, yo no soy de esa línea, pero hay que buscar una articulación de la sociedad, donde no impere la unanimidad -no es un partido-, pero sí tiene que haber un movimiento para defendernos como ciudadanía, porque llegará el momento en que van a tener que dialogar, y tenemos que estar preparados para eso.

Esa es mi opinión. No la impongo, pero sugiero con respeto que meditemos todos en algunos de estos puntos.

 

[1] Se refiere al Parque de la Libertad, ubicado en un nodo urbano de la ciudad de Matanzas y que fue inaugurado el 24 de febrero de 1909 en conmemoración del inicio de la Guerra de 1995. El conjunto escultórico se compone de la figura del apóstol de la independencia José Martí y de una representación simbólica de la libertad concretada en una mujer que rompe sus cadenas. Le ha sido agregada una reja perimetral que no forma parte del diseño original y obstruye el acceso al monumento.

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