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Ariel Hidalgo Guillén

En junio de 1980, el profesor Ariel Hidalgo Guillén fue separado del claustro que integraba en el Instituto Pre-Universitario de Marianao. El Profesor Hidalgo impartía la asignatura de Historia y cursaba el primer post-grado de Filosofía Marxista-leninista en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV). La asignatura había sido diseñada  para los docentes que, en los próximos cursos, dictarían esa materia a los estudiantes del nivel medio de la  enseñanza general.

 

Desde el mes de abril del mismo año, la situación social estaba convulsionada por la incursión de más de 10.000 cubanos, en su mayoría jóvenes de la primera generación formada después del triunfo revolucionario de 1959, en la Embajada del Perú con la intención de emigrar. Mientras se producía la gran oleada evasiva que llegó a congregar a 125.000 personas, el gobierno desarrolló una ofensiva popular en reacción a la masividad de la desafección política. Sobrevinieron “marchas del pueblo combatiente” y “actos de repudio” que, con la anuencia oficial, desataron la violencia física y verbal de la masa enardecida contra los desertores del socialismo cubano. Los “ajusticiamientos” públicos alcanzaron registros inauditos en cuanto a crueldad, llegando a golpizas y torturas practicadas por civiles investidos de poder ilimitado por parte del Estado. Los profesores y estudiantes de todo el país fueron conminados, sin derecho a réplica, a hacer parte de esas turbas agresivas que recibían la indicación de apabullar a los “gusanos” ubicados entre personas cercanas o conocidas. Es decir, antiguos compañeros de plantel educativo, alumnos o maestros, se tornaron enemigos acérrimos y objetivos del castigo ejemplarizante para el resto del colectivo.

 

El Profesor Ariel Hidalgo Guillén se negó a ejercer como verdugo de sus estudiantes y excompañeros de claustro devenidos en adversarios ideológicos irreconciliables. Ante el incumplimiento de la orden impuesta a todos los educadores, además de su argumentación humanista en desacuerdo con la barbarie institucionalizada, fue expulsado del Instituto, prohibiéndosele, incluso, la reincorporación a la docencia. Sin vínculo laboral, decidió mantenerse en sus estudios de post-grado, que estaban próximos a finalizar. Al intentar asistir a la clase programada, se le instó a dirigirse a un local donde un funcionario le comunicó que quedaba separado del curso y que la pérdida de su conexión con el sistema de enseñanza era total y definitiva. Cabe señalar que su libro “Orígenes del Movimiento Obrero y del Pensamiento Socialista en Cuba”, publicado en 1976 mientas cursaba la licenciatura en Historia de la Universidad de La Habana, formaba parte de la bibliografía recomendada del mismo posgrado del que fue separado, así como era material de consulta en todas las carreras de humanidades en el país.

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