Aimara Peña González
Aimara Peña González se encontraba en el último semestre de la licenciatura en Maestro Primario cuando fue expulsada de la universidad y de su trabajo por cuestiones políticas. Estudiaba en el Instituto Superior Pedagógico “Capitán Silverio Blanco Núñez” (ISP), en Sancti Spíritus y por características del propio plan de estudio, ajustado a la carencia de docentes en el país, trabajaba como profesora de cuarto grado en la escuela Sierra Maestra de la comunidad espirituana de Las Tozas. Por este trabajo, Aimara cobrara un estipendio de 213 pesos cubanos al mes (8.52 dólares al cambio en ese momento) y los sábados recibía clases en el ISP.
En la localidad donde se ubicaba la escuela primaria en que trabajaba Aimara funcionaba un grupo de la organización civil Fundación Cubana de Derechos Humanos (FCDH), dirigido por Ana Margarita Perdigón y criminalizado por el régimen cubano.
En 2010, el esposo de Aimara, que se encontraba desempleado, comenzó a trabajar en la carpintería que poseía la familia de Perdigón. Desde ese momento se convirtió en objeto de interés de la policía política cubana, que comenzó a acosarlo para que abandonara ese empleo. Además de negarse, el esposo de Aimara y ella comenzaron a acercarse más a los activistas y a consumir literatura y periodismo independiente en los que se denunciaba la vulneración de derechos humanos en Cuba.
Este acercamiento provocó que la Seguridad del Estado también comenzara a hostigar a Aimara.
“Se aparecían en la escuela, entraban al aula donde daba clases, me sacaban en medio de los turnos, le hablaban mal de mí a mis compañeros de trabajo, me citaban para interrogatorios en el VIVAC de Sancti Spíritus y me realizaron actas de advertencia para que me alejara de la familia de Ana Margarita. A medida que persistía en mi negativa, la represión aumentaba y pude comprobar de primera mano que era cierto todo aquello que había leído y que en ocasiones me costaba trabajo creer”, dijo Aimara al Observatorio de Libertad Académica. Las presiones llegaron al plano familiar. En una ocasión fue detenida y la amenazaron para que se divorciara de su esposo y padre de su hijo pequeño. Por negarse fue expulsada de la escuela primaria donde trabajaba.
Como Aimara impartía docencia en calidad de estudiante de pedagógico, no pertenecía aún al claustro de profesores de la escuela, sino que era “atendida” por el ISP y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Fue desde esta organización donde se materializó su expulsión.
En diciembre de 2010, Aimara fue citada a una reunión en la que participaron los secretarios generales de la UJC y del Partido Comunista de Cuba. Allí se planteó su expulsión, por su cercanía a los opositores de la localidad y la relación con su esposo, quien para ese momento ya pertenecía a la FCDH.
Delante de los asistentes a la reunión fue leída una carta en la cual afirmaban que Aimara tenía mal comportamiento y que no reunía los requisitos para estar frente a un aula ni ser parte del proceso revolucionario. “Esa carta, llena de ofensas y mentiras la leyeron en público, a modo de sanción”; dijo la profesora.
Aunque muchos de sus compañeros defendieron a Aimara, prevalecieron los criterios de los dirigentes, quienes tenían la orientación de expulsarla.
Luego de esto, cuando se presentó a tomar sus clases en el ISP, no le permitieron entrar al aula. Su profesor guía, de apellido Soto, se le acercó muy avergonzado y le dijo que necesitaba que “lo ayudara” porque él también estaba teniendo problemas “por su culpa”. Bajo el argumento de que necesitaba que lo dejaran en paz, le pidió a Aimara que firmara unos papeles donde supuestamente ella decidía abandonar la universidad de manera voluntaria. Aimara refiere que firmó bajo presión el documento y se retiró de la escuela.
Cuando esto ocurrió, Aimara se encontraba en el último año de la carrera y solo le faltaba exponer su tesis para graduarse, lo que no se concretó. El tutor de su investigación le dijo que no podía continuar trabajando con ella.
Luego de su expulsión, fue víctima de un acto de repudio el 6 de enero de 2011, cuando participó en una actividad para los niños de su zona organizada por Ana Margarita Perdigón. Para impedir que se realizara, se personaron en su vivienda varios profesores y directivos del sectorial de Educación, profiriendo gritos y ofensas. Por esta acción, Aimara fue detenida y conducida a la estación de policía, a pesar de haber sido ella la víctima de este episodio violento.
Dos años después, Aimara solicitó en la universidad su certificación de notas y su expediente docente. En el caso del expediente, solo le entregaron el de preuniversitario. La certificación de notas le fue dada siete meses después y luego de que realizara varias denuncias en la prensa independiente.
En la actualidad, Aimara Peña continúa residiendo en Sancti Spíritus y se encuentra vinculada al activismo por los derechos humanos en la Cuba, por lo cual ha continuado siendo víctima del hostigamiento y la discriminación por parte del régimen y su policía política.